No sé que traigo hoy, pero como que me come la necesidad de compartir un sentimiento personal, muy reciente y "surprisingly upbeat!" (uso las comillas para citar a una de las colaboradoras de Composure Magazine, en el adorable chick flick How to loose a guy in 10 days -guilty pleasure number 3- ). Antes, permítaseme un breve párrafo con atecedentes, en caso de que esta entrada llegue a caer en ojos de alguien que no sabe sobre mi.
Hace dos años y un poco más, me dió por sacar tímidamente mi raíz del suelo que me vió crecer, para moverme a una ciudad un poco lejos de la mía, con una cultura un poco distinta a la mía. Entendiendo el trasplante como una aventura, emprendí mi nueva vida emocionada, un poco aterrada y con plena idea de estar haciendo exactamente lo que quería hacer (as usual). Dejé de trabajar y viví de mis fondos de retiro por dos años en los que me dediqué a estudiar y a gozar de una ciudad indescriptiblemente especial, llena de furia, de humo, de puteadas, de sonrisas y de gente muy especial.
Hoy observo con desencanto el estado de mi cuenta bancaria y enfrento la triste de realidad de no haber logrado encontrar una oportunidad laboral que me permitiera permanecer en esta parte del hemisferio, precisamente en estas latitudes. El tema es que me toca volver a mi ciudad y hasta hace unos días, esa no era una idea feliz.
Sin embargo,en esta semana he tenido un reality check importante: Vinieron de visita dos amigas de mi tierra, amigas entrañables y adoradas, que me trajeron memorias de mi y fueron esas memorias las que me ayudaron a entender... ojalá pueda expresarlo claramente....
Creo que mi miedo fundamental a volver se basa en lo que yo era antes de venir y no en el lugar físico. Es decir, me parece que no se trata de que yo no quiera volver a México, sino que no quiero volver a ser como era, antes de esta aventura.
Y no es que la persona que yo era hace dos años (casi 3) sea malo, al contrario. Me siento orgullosa de lo que he sido a lo largo de mi vida; pero hay cosas de la ciudad que a uno lo distraen de lo escencial. Un comentario de una de mis amigas me decía: "es que acá, puedes trabajar de lo que sea, el tema es que si vuelves a México, allá hay como un status que cuidar y con el que tienes que cumplir, sobre dónde trabajar y cómo vivir".... .... ... Escucharlo fué agua que lavó mis dudas. Puso mis miedos en blanco y negro y por escrito. Fué un instante perfecto.
Mi apego a esta ciudad se debe, sin duda, a lo grande de la gente que he encontrado. Se debe a ellos y a ella misma, que es tan hermosa, impredecible y temperamental como yo requiero que sea una ciudad en la que vivo. Pero mi desgano por volver a mi ciudad, no era desgano real. Era miedo. Miedo a volver a ser susceptible de ser medida por un status con el que debo cumplir. Miedo de que me importe de nuevo.
Hoy, al razonar mis miedos, encontré mi paz. Es imposible que yo vuelva a ser lo que era antes de aprender todo lo que aprendí de la gente acá y de acá. Puedo volver a la ciudad de México tranquila por que hoy, independientemente de las latitudes que rijan mi espacio físico, yo... yo estoy en otro lugar. No mejor ni peor, sólo distinto. Un lugar desde donde entiendo las cosas igual, pero me importan distinto. Hoy soy una persona que valora más a su familia, a sus amigos, a sus caminares y a su perro. Me moví de lugar.
Es desde ese lugar que hoy emprendo mi camino de regreso con curiosidad y ánimo de ver hacia dónde es el siguiente paso. Espero que sea hacia otro camino de aprendizaje. Espero que me lleve un paso más cerca de un marido que me mantenga.
Ja!
Hace dos años y un poco más, me dió por sacar tímidamente mi raíz del suelo que me vió crecer, para moverme a una ciudad un poco lejos de la mía, con una cultura un poco distinta a la mía. Entendiendo el trasplante como una aventura, emprendí mi nueva vida emocionada, un poco aterrada y con plena idea de estar haciendo exactamente lo que quería hacer (as usual). Dejé de trabajar y viví de mis fondos de retiro por dos años en los que me dediqué a estudiar y a gozar de una ciudad indescriptiblemente especial, llena de furia, de humo, de puteadas, de sonrisas y de gente muy especial.
Hoy observo con desencanto el estado de mi cuenta bancaria y enfrento la triste de realidad de no haber logrado encontrar una oportunidad laboral que me permitiera permanecer en esta parte del hemisferio, precisamente en estas latitudes. El tema es que me toca volver a mi ciudad y hasta hace unos días, esa no era una idea feliz.
Sin embargo,en esta semana he tenido un reality check importante: Vinieron de visita dos amigas de mi tierra, amigas entrañables y adoradas, que me trajeron memorias de mi y fueron esas memorias las que me ayudaron a entender... ojalá pueda expresarlo claramente....
Creo que mi miedo fundamental a volver se basa en lo que yo era antes de venir y no en el lugar físico. Es decir, me parece que no se trata de que yo no quiera volver a México, sino que no quiero volver a ser como era, antes de esta aventura.
Y no es que la persona que yo era hace dos años (casi 3) sea malo, al contrario. Me siento orgullosa de lo que he sido a lo largo de mi vida; pero hay cosas de la ciudad que a uno lo distraen de lo escencial. Un comentario de una de mis amigas me decía: "es que acá, puedes trabajar de lo que sea, el tema es que si vuelves a México, allá hay como un status que cuidar y con el que tienes que cumplir, sobre dónde trabajar y cómo vivir".... .... ... Escucharlo fué agua que lavó mis dudas. Puso mis miedos en blanco y negro y por escrito. Fué un instante perfecto.
Mi apego a esta ciudad se debe, sin duda, a lo grande de la gente que he encontrado. Se debe a ellos y a ella misma, que es tan hermosa, impredecible y temperamental como yo requiero que sea una ciudad en la que vivo. Pero mi desgano por volver a mi ciudad, no era desgano real. Era miedo. Miedo a volver a ser susceptible de ser medida por un status con el que debo cumplir. Miedo de que me importe de nuevo.
Hoy, al razonar mis miedos, encontré mi paz. Es imposible que yo vuelva a ser lo que era antes de aprender todo lo que aprendí de la gente acá y de acá. Puedo volver a la ciudad de México tranquila por que hoy, independientemente de las latitudes que rijan mi espacio físico, yo... yo estoy en otro lugar. No mejor ni peor, sólo distinto. Un lugar desde donde entiendo las cosas igual, pero me importan distinto. Hoy soy una persona que valora más a su familia, a sus amigos, a sus caminares y a su perro. Me moví de lugar.
Es desde ese lugar que hoy emprendo mi camino de regreso con curiosidad y ánimo de ver hacia dónde es el siguiente paso. Espero que sea hacia otro camino de aprendizaje. Espero que me lleve un paso más cerca de un marido que me mantenga.
Ja!